Consejos
para leer esta carta: Se recomienda estar solo, escuchando Tú Jardín con
Enanitos de Melendi.
Para
Leo:
Aún sigo buscando las
palabras adecuadas para comenzar a hablarle. Nunca las encontré cuando estaba
aquí. No quería que pareciese una declaración de amor efusiva y clásica. Tenía
la esperanza de encontrar sinónimos y adjetivos con significados ligeros,
precisos y claros, pero no los hallaba, porque luego de interminables
reflexiones descubrí que no sentía nada ligero, preciso y claro.
Son las 8:30 de la
mañana, me sirvo un café y enciendo la computadora, miro al lado izquierdo, la
cabeza gira instantáneamente en un movimiento mecánico que ya parece natural,
pensando que todavía sigue a un cubículo de mi escritorio, con la cabeza baja y
sumergida en cálculos, firmas y cheques. Pensando que de pronto podría robarle
una mirada tomándola desprevenida. Como
en ocasiones lo lograba, benditos segundos que cambiaban cualquier monótono día
de trabajo rutinario en una espléndida aventura, hoy no será ese día.
Cierro los ojos, un
abrigo de clavos afilados me arropa el alma y me ensordece los sentidos. Algo
se desprende de los conductos de mis arterias, huesos y músculos. Se desintegran
átomos, partículas y moléculas. Estoy segura de ver mi espíritu flotar por
trozos.
Y recuerdo...
Recuerdo aquella vez
que sentí su mirada invadiéndome la sangre como una explosión, recuerdo mis
mareos y mi opresión en el vientre, recuerdo mis dedos temblorosos y su
expresión desorientada. Recuerdo lo que quise que fuera, todo lo que quise
sentirle, recuerdo sus palabras, su cercanía, su huída y mi búsqueda
desesperada, recuerdo su olor y su sweter verde, recuerdo sus lágrimas y su
desesperación, recuerdo su boca y su amor correspondido, pero lejano, gris,
efímero, mal trecho, fugaz, imposible y compartido.
¿Cómo es posible que
puedan existir sentimientos de tan gran magnitud entre dos simples mortales?
¿Cuándo podría creer yo, que hallaría la calidez de un roce en las manos de una
fémina, cuando lo socialmente permitido es que las historias de amor sean
encabezadas por un hombre y una mujer? ¿En qué cuentos de hadas existe la
posibilidad de qué una princesa sea rescatada por otra princesa?
Me han lanzado una piedra directo al pecho
porque me han arrebatado esa mirada, ocasionándome el más feroz y ácido de los
dolores. Supe desde el primer momento que me afectaría más de lo que yo hubiese
querido y es ahí donde la respiración se
apacigua, y los ojos se humedecen, siento el calor en mis pupilas, arden
como si tuviese una quemadura en el iris. No hay pomada ni compresas que las
alivien.
Caballos, armaduras,
espadas, escudos, flechas, arcos, catapultas y yo; Sin embargo, a pesar de toda
la batalla medieval que se desarrollaba en mi interior, hice silencio, un
silencio ensordecedor, voraz y cobarde.
Debí
haber luchado, como lo hizo Juana de Arco, como se enfrentó al océano atlántico
Amelia Earhart, como Catalina La Grande...
No me puse el escudo
ni preparé el caballo, no conté las flechas ni afilé la espada. Me quedé en la
salida del castillo viendo como se iba, como los sueños la raptaban a otros
senderos lejanos y misteriosos. Ella tampoco miró atrás, ni siquiera para alzar
la víscera y decirme adiós.
Y ahora, la
extraño... la extraño como se extrañan los juegos de la infancia, las primeras
emociones y los besos furtivos.
Te escribo todo esto leo, para que
sepas que te he respetado, que no he tenido nada con ella, que a pesar de todo
lo que me hizo sentir, te escogí a ti...
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