El ojo, la pupila y el torso.
Me deslizo por el tobogán de su espalda y aterrizo en sus brazos.
Al fin me acaricia los labios.
Tic-tac-tic-tac-tac-tic-tac !
Un estruendo irritante y agudo me hiere el tímpano.
Abro los ojos:
Maldita sea! Son las seis en punto de la mañana.
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